La inserción delante de nuevos modelos laborales

21 enero 2019 Cornellá de Llobregat

¿Cómo debemos actuar las organizaciones que trabajamos en la inclusión de las personas que quieren recuperar su dignidad en un mundo radical con respecto al modelo de las relaciones laborales? ¿Qué tenemos que hacer si tener trabajo ya no es el camino primordial para esta inserción? ¿Qué políticas públicas pueden ayudar a mejorarlo?

El pasado 14 de enero, la Fundación Formació i Treball a través de su Consejo Asesor impulsó una sesión abierta para debatir este tema fundamental para definir las estrategias de los próximos años bajo el título “Espacio de Reflexión: Nuevas formas de empleo, nuevas políticas de inclusión”. El encuentro se efectuó en el Colegio de Economistas con la participación de Joan Coscubiela (abogado, ex diputado del Parlamento y del Congreso, ex secretario general de la CONC), Sara Berbel (directora de Barcelona Activa), Albert Sales, (profesor de la UPF y experto en temas de exclusión social en áreas urbanas) y el director general de la Fundación Formació i Treball, Albert Alberich.

Joan Coscubiela, centró el debate usando la palabra “dislocación” -que describe un cambio de dirección repentino de un fluido o un filón- para entender los cambios profundos que afectan al mundo laboral y que se extienden ya a todas las relaciones sociales. En este contexto, Coscubiela advierte que “El bosque no nos deja ver los árboles que hay dentro”, en referencia a las nuevas formas de exclusión que está generando dicha sociedad del conocimiento.

Sara Berbel hizo hincapié en explicar que las nuevas políticas activas de ocupación que despliegan los diferentes gobiernos “han cambiado poquísimo”. Lo que tradicionalmente conocemos como efectos de obrera y pérdidas de trabajo ahora cambian continuamente de perfiles de personas y de colectivos. Las dinámicas de marginación son de más intensidad y el riesgo de quedar descalificado en capacidad laboral es intenso.

Berbel también pone atención sobre la proliferación de las recetas que dan énfasis en que la gente en situación de riesgo de exclusión “debe ser emprendedor”. Ha recordado que “los emprendedores, en su mayoría, no lo son por genética si no por clase social” y que puede no aplicar el concepto a personas que necesiten otras propuestas.

Albert Sales, expuso las cifras que aportan los estudios sobre las causas y alcance de la pobreza en zonas urbanas y afirmó que “una renta mínima de 600 euros no tiene nada que ver con trabajar” y recalcó también, que es un error pensar que atender a la gente sin hogar “es un trabajo de servicios sociales y punto”, debido a que es “una cuestión de política de urbanismo”.

El director general de la Fundación, Albert Alberich, explicó de manera clara que “hay planteamientos de luces largas y de luces cortas”, en alusión a que el análisis político y social aportado por los ponentes tienen una utilidad en el marco del debate que se había propuesto en el Espacio de Reflexión, pero que en el día a día de la Fundación “el trabajo es la mayor instrumento para salir de la exclusión, a pesar de que ahora no lo es para salir de la pobreza”.

En este sentido, ha recordado que hay suficientes estudios que demuestran que el aumento del salario mínimo no genera más paro sino que ayuda indirectamente a reducir el riesgo de pobreza.

Como conclusión, dicho Espacio de Reflexión, nos hace ver que la inclusión no es solo una cuestión de empoderamiento, sino más bien de actitud, de implicarse y formar parte de un engranaje de valores empresariales que cada individuo forjará al unísono. Si trabajamos todos en la misma dirección, convencidos de que la sociedad ni puede ni debe permitirse el lujo de prescindir de cada uno de sus ciudadanos, habremos logrado nuestro cometido.

Sin embargo, hoy en día, en una sociedad tan compleja, las desigualdades vienen de la mano de múltiples factores, como son la inexperiencia en el ámbito laboral y la falta de confianza tanto individual como de colectivos. La igualdad de oportunidades, no es tan sencilla como se puede plantear, ya que padecemos de un déficit en la ciudadanía, cuya solución en tiempos de crisis, es aún más difícil, puesto que como grupo sectorizado ante los efectos de una economía contradictoria como la actual, tardaríamos más en obtener un beneficio en estos tiempos de distracción.

En este sentido, el término de pobreza, no es directamente proporcional con una renta que garantice un nivel de vida que dignifique a la persona,  el cual se hace insuficiente para abarcar todas estas realidades que conllevan a nuevas desigualdades; y es en este sentido que aparece un nuevo término que sí abarca estas realidades: exclusión social.

Con relación al “emprendimiento” en personas en situación de exclusión social, por una parte, ésta es una palabra que conlleva algunos riesgos debido a los altos costes para crearla; quizás también por la falta de conocimiento en el tema de emprender un negocio propio, y la no confianza en empoderarse de una manera individualista. No basta con tener una brillante idea, sino que se necesita de un apoyo colectivo, que de acogida a esta serie de personas que cada vez son más.

Por eso, desde la Fundación Formació i Treball defendemos la política que garantice la igualdad y ponga fin a la exclusión y discriminación en cuanto a la accesibilidad al campo laboral y formativo, un término que va más allá de barreras físicas.

Nuestra Fundación aboga por el derecho de las personas haciendo justicia social  instando a generar empleos dignos y de calidad para dar a cada persona un alta en su  autoconocimiento, bienestar emocional al máximo exponencial, así como en sus relaciones interpersonales y aspiraciones que cada uno tiene.



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